En Antioquia, muchas pymes de arquitectura y construcción viven una paradoja: las obras se venden, los proyectos se ejecutan, la agenda está llena… pero la utilidad no aparece. La combinación de inflación y costos ocultos en la construcción está recortando la rentabilidad sin que los equipos se den cuenta a tiempo. El resultado: empresarios agotados, flujo de caja apretado y proyectos que “se ven bonitos” pero no dejan la plata esperada.
En los últimos años, los precios de materiales clave de construcción —cemento, acero, acabados, logística, mano de obra especializada— han venido subiendo de forma sostenida. No hace falta citar cifras puntuales para que cualquier constructor en Antioquia lo sienta en carne propia: la inflación pega de frente en cada cotización que llega al correo y en cada renegociación con proveedores.
El problema no es solo que los materiales cuesten más, sino que muchas pymes no han actualizado su estructura de costos ni sus tarifas con la misma velocidad. Se sigue presupuestando con tablas viejas, con “supuestos” de hace dos o tres años, o copiando el presupuesto del proyecto anterior “ajustando un poquito”. En un entorno inflacionario esto es una receta perfecta para perder rentabilidad.